EL
PRIMER KAYAK-O BEMETERO
Tras un tiempo de ideación, planificación y
puesta a punto de esta actividad por parte de nuestro míster, Javi García, la penúltima semana de
julio nos informa de ella para que nos vayamos apuntando y así saber el número
de kayaks que tiene que pedir a la empresa “Multiaventura
Los Olivos” de Alcalá del Júcar.
La lista enseguida empezó a crecer hasta un
total de 34 personas apuntadas.
Teníamos muchas ganas de hacer una prueba de este tipo, pues contaba con la condición que era una actividad de orientación (punto básico) pero desde una modalidad totalmente distinta a la que estamos acostumbrados, de hecho, para algunos de nosotros era prácticamente la primera vez que subíamos a un kayak (con la salvedad del breve tiempo que tuvimos para hacerlo en Barcarrota durante el CECEO 2017).
Teníamos muchas ganas de hacer una prueba de este tipo, pues contaba con la condición que era una actividad de orientación (punto básico) pero desde una modalidad totalmente distinta a la que estamos acostumbrados, de hecho, para algunos de nosotros era prácticamente la primera vez que subíamos a un kayak (con la salvedad del breve tiempo que tuvimos para hacerlo en Barcarrota durante el CECEO 2017).
Gracias a Brizu,
nuestro amigo y compañero de equipo, pudimos transportar los kayaks desde su
lugar de origen hasta nuestro destino: el embalse “El Molinar” en la Villa de Ves, un pequeño pueblo en la provincia
de Albacete. Se trata de un paraje precioso donde poder disfrutar de plena
naturaleza y donde la navegación por sus aguas es totalmente segura puesto que
no hay apenas corrientes y son aguas muy tranquilas.
Esta prueba consistía en una rogaine de 2
horas, pasado ese tiempo se procedía a
las penalizaciones por tiempo acumulado. Por supuesto usamos el sistema
sportident por lo que era una actividad bastante rigurosa, de hecho la llegamos
a considerar un simulacro para una futura prueba de kayak-o a nivel superior.
A las 10:35 Javi dio el pistoletazo de salida;
teníamos 2 horas para completar la prueba y 10 balizas colocadas a ambos lados
del cauce del río. La dificultad no radicaba en encontrarlas, sino en saber
coordinarte con el compañero para poder ser capaces de llevar el kayak. La
similitud del kayak con la modalidad o-pie es que a veces es complicado seguir
el rumbo en línea recta: en el segundo caso debido a los obstáculos que
encuentras en el bosque (rocas, árboles caídos, muchos” verdes”…) , y en el
caso del kayak lo difícil es mantenerlo en línea recta de manera continuada
pues siempre se nos iba hacia un lado o hacia otro y cuando querías corregir el
rumbo, la persona que iba sentada delante tenía que anunciarlo para ejercer
ambos la fuerza al mismo tiempo y en la misma dirección (motivo que llevó a las
parejas de algunos kayaks a discutir en más de una ocasión).
Casi todos decidimos empezar por la baliza que
más puntuaba y que, por supuesto, más lejos estaba. Tras hora y media remando y
ya picadas casi todas las balizas, nos encontramos con tres kayaks más en
nuestro camino por lo que irremediablemente nos salió nuestra vena infantil,
decidimos hacer “kayaks de choque”,
intentando tirar al agua a nuestros contrincantes al igual que ellos hacían con
nosotros. Fue un rato divertidísimo. En esos momentos es cuando descubres que
darle la vuelta a un kayak cuando está boca abajo mientras intentas sujetar tus pertenencias
(mochilas, alguna camiseta,…) no es tarea fácil. Pasado un rato todos decidimos
continuar pues queríamos acabar la rogaine de una manera decente dentro del
tiempo establecido y así lo hicimos nosotros, a falta de 35 segundos para
completar las dos horas.
Ha sido una experiencia muy chula y que por
supuesto esperamos repetir. Lo más
importante: el saber disfrutar del
camino mientras lo recorres y estar abierto a nuevas experiencias.
Eva
María García Descalzo
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